domingo, 1 de agosto de 2010

2. La promesa lumínica.

(Nota de los autores: Se aconseja leer lo siguiente con esta canción de fondo)



Atardecía cuando llegaron a aquel banco a las afueras de la ciudad.


- Lo prometido es deuda, ¿no?

Ella sonreía, expectante, con ojos de ver estrellas fugaces.

- Mira hacia allá, al parque. Ahora entrecierra un poco los ojos. -Ella seguía sin entender nada, pero seguía a pies juntillas las instrucciones de él. 

Y apareció.

Por arte de magia.

La realidad se fue volviendo borrosa al cerrar levemente sus ojos y una sonrisa delatora le hizo entender a él que lo había conseguido.

- ¡Ahá! Ahí la tienes, te lo prometí: llevarte a ver una procesión de luciérnagas.


El atardecer se hizo corto entre abrazos y sonrisas y, una vez en su casa, ella comprendió que cada instante guarda una magia que normalmente no descubrimos. Desde entonces recordaría aquella tarde como la tarde de su primera procesión de luciérnagas.